El penúltimo eslabón en esa corriente tan contemporánea que mira al pasado para rescatar nuestro folclore sin temor a actualizarlo con paletas de sonidos actuales. Si bien emparentada habitualmente con Califato ¾ (ahí está el uso compartido de la EPA, Êttandâ pal andalûh), su música y su discurso beben más de Gata Cattana, artista tan añorada como indispensable en el devenir de la escena sureña de los últimos años. ¿El resultado? Rap feminista con quejío y copla trufada de flow. Poder sureño.